Lumen publica Devociones de Mary Oliver, la antología definitiva de una de las poetas estadounidenses más relevantes de los últimos tiempos, ganadora del premio Pulitzer y del National Book Award.
Traducida por Andreu Jaume, esta antología abarca una trayectoria de más de cinco décadas. Los poemas, seleccionados deliberadamente por la autora, reúnen lo mejor de su obra en orden de lectura inverso: desde Alegría (2015), su último poemario, hasta Ningún viaje y otros poemas, publicado en 1963, cuando tenía apenas 28 años.
Mary Oliver es una poeta profundamente conectada con la naturaleza, pero su poesía va más allá: parte del asombro. Ella misma decía: «la atención es el comienzo de la devoción». No es casual que en el poema A veces incluya estas instrucciones para una vida:
Presta atención.
Asómbrate.
Cuéntalo.
En tiempos de mindfulness, autocuidado y libros de autoayuda, Mary Oliver escribió sin necesidad de marketing ni redes sociales poemas como Gansos salvajes:
No tienes que ser buena,
no tienes que andar de rodillas cientos de millas
a través del desierto lamentándote.
Tan solo tienes que dejar al suave animal de tu cuerpo
amar lo que ama.
Mary Oliver no daba discursos ni se identificaba como feminista, pero en poemas como Luna de fresa lanza una crítica feroz a una sociedad machista que ha reprimido, silenciado y castigado a las mujeres por sus deseos, su sexualidad y su libertad. Un borrado colectivo:
Las mujeres llegan de noche
para limpiar la sangre,
y quemar las sábanas,
y llevarse a la criatura.
¿Era un niño o una niña?
Nadie lo recuerda.
Aunque no se alineaba con ninguna ideología política, su poesía expresaba una profunda conciencia del mundo. No levantaba banderas. tenía poemas como Del imperio:
Seremos conocidos como una cultura
que enseñó, recompensó la acumulación de cosas,
que habló poco o nada sobre la calidad de la vida.
La poesía de Mary Oliver tiene mucho que ver con el proceso de soltar. En psicología se habla de dejar ir lo que no nos sirve, aceptar la impermanencia y fluir. En su obra, esto se traduce en una liberación no necesariamente dolorosa. En Blackwater Woods, escribe:
Para vivir en este mundo, debes
ser capaz de tres cosas:
amar lo que es mortal;
aferrarte a ello
sabiendo que tu vida depende de ello;
y, cuando llegue el momento de dejar ir,
dejarlo ir.
La propia estructura de esta antología —ese orden inverso— ya dice algo. Este viaje hacia atrás comienza con el asombro y termina con una mañana. Como si al morir no viéramos una película que recapitula la vida, sino al revés: una que comienza con la luz. No sé si fue deliberado, pero este orden me sugiere que la vida es un círculo y no una línea, y que la muerte es continuación, no final. Una transición, como la luz del amanecer, que anuncia un nuevo comienzo. En Un búho blanco entra y sale volando del campo parece ratificarse mi teoría:
Tal vez la muerte no sea oscuridad después de todo,
sino tanta luz envolviéndose a nuestro alrededor .
No creo que sea casual haber dado con la poesía de Mary Oliver en esta nueva etapa que estoy experimentando con la escritura. Recomiendo con entusiasmo su obra: una voz atenta que ilumina estos tiempos. Leer a Mary Oliver es como una sesión de meditación guiada. No es terapia, pero su lectura es terapéutica.
En medio del ruido y de las prisas, ella se detiene a mirar: una flor, un zorro, y los mil matices en los que se prodiga el misterio de la vida..
Y como decía Mary Oliver en Plegaria:
salten en la espuma de las olas,
amando aún el movimiento,
aún dispuestas, más allá de todo,
a danzar por el mundo.